9.09.2007

Constitución.Parada del colectivo 79(Lima y pasaje O'brien.)11:15 PM
Se acerca un borracho de esos que dan asco,lástima y otras tantas cosas.-"¿Cómo te llamás?" Vacilé, no sabía si responder, responder con una mentira o mutis. Le mentí. -"María" La puta madre,mi imaginación no pudo proporcionar algo más bíblico! Valgame Dios. El sujeto aborrecible balbuceó varias cosas que jamás comprendí. Estaba sola, apoyada en el caño del cartel de la parada. Bocinazo de un colectivero y luces del vehículo. De a ratos me resultaba gracioso encontrarme SIEMPRE en situaciones similares. -"Querés venir al hotel?" -"Perdón" (Bah, eso lo pensé) Que tipo tan descarado. Cuando miré a mi alrededor y divisé tal hotel, nunca nada me resultó tan repugnante. HOTEL LIMA. "Pero por favor, ni siquiera tiene el tupé de elegir algo medianamente estético" me dije. Insistió por segunda y tercera vez. Por primera vez me puse pálida en tales circunstancias. Comencé a alejarme del ser abominable, hasta que, a paso rápido, me metí en Constitución. Siempre pensé que a esas horas de la noche, era preferible viajar en bondi y no en tren. Pero evidentemente, no es así. Viajé gratis en tren , contra 1,35 del bondi. Tal vez algún sujeto bíblico, como el que me hizo decir María, puso al borracho para que yo sepa que hacer la próxima vez. Lo que me más me sorprende de todo esto, es lo airosa que salgo de tales secuencias.

9.02.2007

Sonreía a las mujeres siempre que caminaba por las calles de la gran ciudad. Había
acordado consigo mismo, hace ya algún tiempo, ser caballero con el sexo opuesto. Se
diferenciaba del resto: Como los piropos no iban con su estilo, regalaba sonrisas a
cada doncella que se le cruzaba; siempre cordialmente. Algunas se sonrojaban y otras
devolvían la sonrisa con más o menos timidez. Definitivamente sus cualidades lo hacían un hombre muy masculino y atractivo.
Una vez, notó que había una mujer a la había sonreído en varias
ocasiones:Todos los jueves y viernes lo hacía. Una de esas tardes en que le tocaba sonreíle a la muchacha, la joven se arrojó a sus brazos. (La ciudad tenía más transeúntes de lo habitual y no puedo ver si era ella realmente la que lo abrazaba) Sorprendido, no supo como responder a tal acto. Ni siquiera atinó a decirle Buenas tardes. Ella comenzó a besarlo y él opuso resistencia. Ella le dijo que lo necesitaba, que debían vivir juntos, casarse y tantas otras cosas que él no retuvo en la mente ni por un segundo. No la escuchaba, parecía autista. Al no obtener respuesta, la mujer corrió en dirección norte hacia la avenida. Sin más, se arrojó a los automóviles. Al escuchar el caos del gentío, los bocinazos y una ambulancia que se aproximaba, se volteó y vio que efectivamente la extraña estaba muerta.Siguió su camino. Y a partir de ese día dejó de sonreírle a todas las mujeres. No fue para evitar suicidios, sino para que no confundieran caballerosidad con padre de familia.